EL SENTIDO DE LA APNEA
INMA MARIN
La apnea es un deporte sentenciado por muchos como algo extremo y peligroso, juzgado por aquellos que lo desconocen y piensan que solo unos cuantos locos amantes del riesgo se atreven a adentrarse en el universo sumergido para encontrar la satisfacción del reto.
La apnea es mucho más que todo eso, es el único lugar donde te encuentras contigo y tus pensamientos, con tus verdaderos miedos y te enfrentas a ellos.. Relajar tu mente mientras te preparas antes de sumergirte y ser consciente de tu respiración, repasar todo tu cuerpo y sentir que nada te genera estrés ni tensión. Evadirse de todo pensamiento impuro y sentir como tu corazón late tan despacio que casi es imposible oírlo. Sientes como el agua acaricia tu piel descubierta y como los pulmones se llenan de vida en cada inhalación.
Por unos minutos entras en tu interior y lo exterior desaparece, entonces coges tu ultima bocanada de aire y comienzas tu descenso. En los primeros instantes tus sensaciones son indescriptibles, sientes la presión de la profundidad y como tu cuerpo siente paz y tranquilidad. La presión parcial de oxígeno aumenta con cada metro descendido y eso favorece la sensación de armonía.
Pero llega un punto donde alcanzas ese momento fisiológico donde tu cuerpo te recuerda que dejaste de respirar hace unos minutos, y el diafragma comienza a llamar a tu puerta para que dejes entrar a tus miedos.
Es entonces cuando tu mente entrenada, informada y serena abre la puerta y le dice educadamente al miedo que no tiene permiso para entrar, que aquí dentro todo está en armonía y que respirare cuando considere necesario hacerlo, no antes ni después, consiguiendo aislar al pánico, manteniendo cada músculo relajado y susurrándole sosegadamente a nuestra cabeza que todo esta bien, que forma parte del proceso y que tras esta batalla ganada la recompensa esta por llegar inundando nuestros pulmones de un aire limpio y nuevo, como la primera respiración de un bebe al salir del vientre materno, intensa y pura..
Respirar de nuevo tras una larga apnea es la sensación más gratificante jamás sentida, notar como los plumones se abren y el aire viaja acariciando los labios desde la boca hasta los alveolos, impregnando todas las partes del cuerpo de oxígeno llenándonos nuevamente de vida.
Como todo, tiene sus riesgos, es difícil saber hasta donde puedo seguir controlando la falta de oxígeno, todo tiene un límite y hay que aprender a conocerlo. Cuando entramos dentro de nosotros mismos hay que inspeccionar pasito a paso cada rincón, cada emoción, cada miedo y solo así conseguiremos ir alejando esa línea, esa que muy sabiamente nos aproxima nuestra mente al comenzar y solo depende de tí que vaya cediendo terreno y confiando en nuestras posibilidades.
Practicar apnea es uno de los deportes más duros, te exige mucho física y mentalmente, en ocasiones sientes como el cuerpo no responde y en apenas segundos sientes la llamada del miedo, como las piernas arden y como se desploma cada parte de tu cuerpo por la falta de alimento, entonces es tu fuerza mental la que consigue mantenerte y disminuir tu esfuerzo y llevarte hasta tu meta.
En otras ocasiones es la cabeza la que no se encuentra, ésta es la auténtica batalla, el cuerpo acompaña pero nuestra mente gobierna y si un día está perdida es complejo encontrarla, es aquí cuando el entrenamiento, las horas de agua, la constancia son determinantes. Nuestra mente es el centro de nuestro universo y aquí aprendemos a guiarla, a hacer uso de ella sin que gobierne por completo nuestra vida, que sea nuestra compañera no nuestra verduga..